De Al-Miswar bin Majrama y Marwán que dijo:
“El Mensajero de Allah ﷺ salió en la época del tratado de Al-Hudaibiya.
Después de haber recorrido cierta distancia, el Mensajero de Allah ﷺ dijo: «Jálid bin Al-Walíd está al frente de la caballería que forma la vanguardia (de Quraysh); nos está esperando en Al-Gamím así que tomad el camino de la derecha».
¡Por Dios! Jâlid no percibió la llegada del ejército musulmán hasta que le llegó el polvo que levantaba; entonces partió para avisar a Quraysh.
El Mensajero de Allah ﷺ marchó hasta que llegó al paso de montaña por el cual llegaba a Quraysh. Allí la camella del Mensajero de Allah ﷺ se sentó en el suelo. La gente hizo lo que pudo para que la camella siga la marcha pero fue en vano; así que dijeron: ‘Al-Qaswá’ está terca; Al-Qaswá’ está terca’.
El Mensajero de Allah ﷺ dijo: «Al-Qaswá‘ no está terca, pues esa no es su costumbre; la ha detenido el que detuvo al elefante».
Luego dijo: «¡Por Aquél que tiene mi alma en Su mano! Todo lo que me pidan les concederé, siempre que respete las leyes de Dios»; azuzó a la camella y esta se levantó.
El Mensajero de Allah ﷺ cambió su camino y se detuvo en la parte más lejana de Al-Hudaybiia, cerca de un pozo que contenía un poco de agua. La gente empezó a hacer uso del agua hasta que la consumieron toda y se quejaron ante el Mensajero de Allah ﷺ por la sed. Entonces el Mensajero de Allah ﷺ sacó una flecha de su carcaj y les ordenó que la pongan en el pozo.
El agua empezó a fluir y el ejército todo bebió hasta quedar satisfechos. En eso llegó Budayl bin Warqá’ Al-Juzá‘i con un grupo de su gente de Juzá‘a. Estos eran sinceros consejeros del Mensajero de Allah ﷺ, no le esconderían secreto alguno y eran de la gente de Tiháma.
Budayl dijo: ‘Dejé a Ka‘b bin Lu‘ayy y a ‘Amir bin Lu‘ayy acampados en las aguas de Al-Hudaybia; están con sus camellos (o familias) y te combatirán para impedirte que visites la Caaba’.
El Mensajero de Allah ﷺ dijo:
«No hemos venido a combatir a nadie; hemos venido para hacer la Umra. Ciertamente que la guerra ha debilitado a Quraysh y han sufrido grandes pérdidas; si ellos desean puedo firmar con ellos una tregua temporal; para que no se interpongan entre mí y la gente (de las demás tribus árabes).
Si yo salgo victorioso frente a esos incrédulos, ellos tendrán la opción de islamizarse con las demás tribus; y si no: Pues tendrán, por lo menos, tiempo de reforzarse para luchar. Pero, si rechazan la tregua, ¡Por quien tiene mi alma en Su mano! los combatiré por mi causa hasta morir, pero Dios seguramente hará cumplir Su voluntad (y nos dará la victoria)».
Budayl dijo: ‘Les informaré lo que dices’. Y partió hasta llegar ante Quraysh; les dijo:
‘Venimos ante vosotros de este hombre (Muhammad) y le oímos decir cosas que si queréis os relataremos’. Dijeron los insensatos de Quraysh: ‘No tenemos necesidad de que nos informes lo que ha dicho’ y los más sensatos le dijeron:
‘Dinos lo que oíste’ y él les respondió: ‘Le oí decir tal y tal cosa’, y les relató lo que le dijo el Mensajero de Allah ﷺ. Entonces, ‘Urwa bin Mas‘ûd se levantó y dijo:
‘¡Oh gente! ¿No sois los hijos? ¿No soy el padre?’ Dijeron:
‘Claro que sí’. Dijo: ‘¿Desconfiáis de mi?’ Dijeron:
‘No’. Dijo: ‘¿Sabéis que yo solicité a la gente de ‘Ukáz que os socorran y, cuando ellos se negaron, vine a vosotros con mi familia, mis hijos y los que me obedecen?’ Dijeron: ‘Claro que sí’.
Dijo: ‘Pues este hombre os ha presentado una propuesta razonable; aceptadla y dejad que vaya a él’. Dijeron:
‘Vé ante él’. ‘Urwa fue ante Mensajero de Allah ﷺ y se entrevistó con él. El Mensajero de Allah ﷺ le dijo lo mismo que dijo a Budayl. Entonces ‘Urwa dijo: ‘¡Muhammad! ¿No tienes escrúpulos para cortar así los lazos de parentesco?
¿Has oído, acaso, de algún árabe que haya roto relaciones con su familia antes que tú lo hagas? Y si te azota la derrota, ¡Por Dios! No veo gente digna (contigo) sino que veo gente de varias tribus que huirían y te dejarían solo’.
Abû Bakr le dijo: ‘¡Húndete en la ignominia! ¿Nosotros huiremos y lo dejaremos?’ ‘Urwa preguntó: ‘¿Quién es este hombre?’
Le dijeron: ‘Es Abû Bakr’; entonces dijo a Abû Bakr: ‘Si no fuera que tú me hiciste un favor y yo no te lo he devuelto te respondería’. Y ‘Urwa siguió hablando al Profeta (B y P); y le tomaba de la barba mientras le hablaba.
Al-Mugîra bin Shu‘ba estaba de pie detrás del Mensajero de Allah ﷺ con una espada en su mano y vistiendo un casco; cada vez que ‘Urwa quería tomar la barba del Mensajero de Allah ﷺ con su mano Al-Mugîra le golpeaba la mano con el mango de la espada y le decía: ‘Quita tu mano de la barba del Mensajero de Allah ﷺ’.
‘Urwa levantó la cabeza y dijo: ‘¿Quién es éste?’ Le dijeron: Al-Mugîra bin Shu‘ba’. Dijo: ‘¡Oye traicionero!
¿Acaso no estoy procurando evitar el mal de tu traición?’ Y es que Al-Mugîra había acompañado a unas personas antes de islamizarse; los mató a todos y luego se islamizó.
El Mensajero de Allah ﷺ le dijo: «Acepto tu islamización; pero los bienes que tomaste no quiero tener nada que ver con ellos».
Luego ‘Urwa empezó a observar con atención a los sahabas del Mensajero de Allah ﷺ. ¡Por Dios! Siempre que el Mensajero de Allah ﷺ escupía estaba la mano de uno de ellos para recibir el esputo y luego frotarse con él su cara y su piel.
Si les ordenaba algo se apresuraban a cumplir sus órdenes. Cuando se hacía la ablución casi peleaban por recoger el resto del agua que usaba.
Cuando hablaba ellos bajaban la voz y no osaban levantar su mirada hasta él en veneración. Cuando ‘Urwa volvió a su gente les dijo: ‘¡Oh gente!
¡Por Dios! Yo formé parte de delegaciones al César, a Cosroes y al Negus. ¡Y por Dios! No he visto rey alguno tan venerado como la gente de Muhammad venera a Muhammad. ¡Por Dios! Si escupe está la mano de uno de sus sahabas para recoger el esputo y frotárselo por el rostro y la piel. Si les ordena algo se apresuran a cumplirlo y si hace la ablución ellos casi se pelean por recoger los restos del agua que usa.
Cuando habla ellos bajan la voz cerca de él y no lo miran directamente por veneración. Él os ha presentado una oferta razonable, así que aceptadla’. Un hombre de la tribu Banu Kinâna dijo: ‘Dejad que yo vaya a él’. Le dijeron:
‘Puedes ir’. Cuando estuvo a la vista del Mensajero de Allah ﷺ y de sus sahabas, el Mensajero de Allah ﷺ dijo: «Este es fulano y es de una gente que venera los animales del sacrificio así que traed los animales que son ofrenda de sacrificio ante él».
Al llegar vio los animales y la gente lo recibió entonando la talbiya. Cuando vio eso dijo: ‘¡Glorificado sea Dios! No es correcto que a esta gente se le impida visitar la Casa Sagrada’.
Cuando volvió a su gente, les dijo: ‘Vi los animales engalanados (con cintas de colores) y consagrados (con marcas en sus lomos). Así es que no creo que sea correcto prohibirles visitar la Casa Sagrada’.
Entonces se levantó un hombre llamado Mikraz bin Hafs y dijo: ‘Dejadme ir ante él’. Le dijeron: ‘Puedes ir’.
Cuando lo vieron llegar el Mensajero de Allah ﷺ dijo: «Ese es Mikraz, es un hombre viciado».
Cuando Mikraz empezó a conversar con el Mensajero de Allah ﷺ llegó Suhayl bin ‘Amrû y el Mensajero de Allah ﷺ dijo:
«Ahora se ha puesto fácil el asunto».
Suhayl dijo: ‘Ven y concretemos un acuerdo escrito’. El Mensajero de Allah ﷺ llamó a su escriba y le dijo:
«Escribe: En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso». Suhayl dijo: ‘Eso de ‘…el Clemente…’ no sé qué significa; así que escribe: ‘En Tu nombre ¡Oh Dios!’ como hacías antes’. Los musulmanes dijeron: ‘No ¡Por Dios! Sólo escribiremos: ‘En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso». El Mensajero de Allah ﷺ dijo: «Escribid: ‘En Tu nombre ¡Oh Dios!’».
Luego dijo: (Escribe) «Esto dictamina Muhammad, Mensajero de Dios». Suhayl dijo: ‘¡Por Dios! Si supiéramos que tú eres el Mensajero de Dios no te prohibiríamos la entrada a la Casa Sagrada ni te combatiríamos; pero escribe: ‘Muhammad, hijo de ‘Abdullah’.
El Mensajero de Allah ﷺ dijo: «‘¡Por Dios! Soy Mensajero de Dios aunque me desmintáis; escribe: Muhammad hijo de ‘Abdullah»; luego dijo:
«La condición es que nos permitáis entrar en la Casa Sagrada». Suhayl dijo: ‘¡Por Dios! Los árabes no podrán decir que nos obligaron; sin embargo te dejaremos hacer eso el año próximo’ y así se escribió.
Después dijo Suhayl: ‘Y con la condición de que, si te llega alguien de los nuestros, deberás devolverlo a nosotros, aunque sea musulmán’. Los musulmanes dijeron: ‘¡Alabado sea Dios! ¿Cómo lo devolveremos a los politeístas si llega como musulmán? En ese momento entró Abû Ÿandal bin Suhayl bin ‘Amrû tambaleándose con sus ataduras y cayó entre los musulmanes después de salir de la parte baja de Makka. Suhayl dijo: ‘Este Muhammad es el primero que me devolverás por esta condición’.
El Mensajero de Allah ﷺ dijo: «Aún no hemos terminado de escribir el acuerdo». Suhayl dijo: ‘Entonces no hago ningún acuerdo contigo nunca’.
El Mensajero de Allah ﷺ dijo: «Déjamelo pues».
Dijo: ‘No te lo dejo’. El Mensajero de Allah ﷺ dijo: «Claro que sí, hazlo». Suhayl dijo: ‘¡No lo haré!’. Mikraz dijo: ‘Pues sí, te lo dejamos’ (pero Suhayl se mantuvo firme). Abû Ÿandal dijo: ‘¡Musulmanes! ¿Seré devuelto a los politeístas a pesar de haber venido como musulmán? ¿No veis lo que sufrí?’
Pues él había sufrido una dura tortura por la causa de Dios’.
‘Umar bin Al-Jattâb dijo: ‘Entonces fui ante el Mensajero de Allah ﷺ de Dios y le dije: ‘¿Acaso no eres verdaderamente el Profeta (B y P) de Dios?’
Él dijo: «Claro que sí». Le dije: ‘¿Acaso no tenemos la razón y nuestro enemigo está en el error?’
Él dijo: «Claro que sí». Dije: ‘¿Entonces por qué debemos ser humillados en nuestra religión?’ El dijo: «Yo soy el Mensajero de Dios (B y P) y no Le desobedeceré; Él me dará la victoria». Dije: ‘¿Acaso no nos decías que iríamos a la Casa Sagrada y que la circunvalaríamos?’ Dijo: «Claro que sí ¿Pero te dije que iríamos a ella este año?» Dije:
‘No’. Dijo: «Pues en verdad que irás a la Casa Sagrada y la circunvalarás». Y fui ante Abû Bakr y le dije:
‘¿Acaso no es él verdaderamente el Mensajero de Allah ﷺ de Dios?’ Dijo: ‘Claro que sí’. Dije: ‘¿Acaso no tenemos la razón y nuestro enemigo está en el error?’
Dijo: ‘Claro que sí’. Dije: ‘¿Entonces por qué debemos ser humillados en nuestra religión?’
Dijo: ‘¡Oye hombre! Él es el Mensajero de Allah ﷺ y no va a desobedecer a su Señor y Él le dará la victoria; así que aférrate a él, pues él ¡Por Dios! Está en lo cierto’. Dije: ‘¿Acaso no nos decía que iríamos a la Casa Sagrada y que la circunvalaríamos?’
Dijo: ‘Claro que sí ¿Pero te dijo acaso que irías allí en este año?’ Dije: ‘No’. Dijo: ‘Pues con seguridad que tú irás allí y la circunvalarás’. Hice muchas buenas obras para expiar esas preguntas impropias que les hice’.
Cuando la escritura del tratado se concluyó, el Mensajero de Allah ﷺ dijo a sus sahabas: «Levantaos; sacrificad las ofrendas y rapaos». Y ¡Por Dios! Ningún hombre de ellos se levantó hasta que repitió sus palabras tres veces. En vista de que no le obedecían él entró a ver a Umm Salama y le mencionó lo que hacía la gente. Umm Salama le dijo: ‘¡Profeta (B y P) de Dios! ¿Quieres que tu orden sea obedecida? Sal sin decirles palabra alguna; sacrifica tu ofrenda y llama a alguien para que te afeite la cabeza’.
El Mensajero de Allah ﷺ salió sin decirles nada hasta hacer eso; sacrificó su ofrenda y llamó a alguien para que le afeite la cabeza. Cuando los sahabas vieron aquello, se levantaron y sacrificaron sus ofrendas y empezaron a afeitarse unos a otros, con tal prisa que casi se matan unos a otros.
Luego llegaron ante el Mensajero de Allah ﷺ algunas mujeres creyentes y Dios hizo descender: ¡Creyentes! Cuando vengan a vosotros mujeres creyentes que hayan emigrado ¡examinadlas! Dios conoce bien su fe. Si comprobáis que de verdad son creyentes, no las devolváis a los infieles:
Ellas no son lícitas para ellos ni ellos son lícitos para ellas, ¡Reembolsadles lo que hayan gastado! No tenéis nada que reprocharos si os casáis con ellas, con tal que les entreguéis su dote. Pero no retengáis a las incrédulas… (60:10).
Entonces ‘Umar divorció a dos de sus esposas que eran politeístas. Una de ellas se casó con Mu‘âwiya bin Abi Sufián y la otra se casó con Safwán bin Umayya.
Cuando el Mensajero de Allah ﷺ volvió a Medina, llegó ante él Abû Basír, un hombre qurayshí que era musulmán. Enviaron dos hombres a buscarlo; dijeron: ‘(Cumple) el compromiso que nos diste’.
El Mensajero de Allah ﷺ se los entregó y salieron llevándoselo hasta que llegaron a Dhul Hulayfa. Allí se detuvieron para comer unos dátiles que traían. Abû Basír dijo a uno de los hombres: ‘¡Por Dios! Yo veo que tu espada fulano es muy buena’.
El hombre la sacó y dijo: ‘Claro que sí ¡Por Dios que es buena! Y la he probado muchas veces’. Abû Basír le dijo: ‘Muéstramela para que la vea’. El hombre se la alcanzó y Abû Basír lo golpeó con ella hasta que quedó frío.
El otro hombre huyó hasta que llegó a Medina y entró apresuradamente a la mezquita. El Mensajero de Allah ﷺ dijo cuando lo vio: «Este ha visto algo espantoso».
Cuando el hombre llegó hasta el Mensajero de Allah ﷺ, le dijo: ‘¡Por Dios! ¡Mi compañero fue muerto y yo también casi muero!’
En eso, llegó Abû Basír y dijo: ‘¡Profeta de Dios!
Dios salvó tu palabra y responsabilidad ¡Por Dios! Tú me entregaste a ellos y después Dios me salvó de ellos’. El Profeta (B y P) dijo: «¡Ay de su madre! ¡Que excelente provocador de guerras sería si tuviera alguien que lo apoye!» Cuando Abû Basír oyó aquello y entendió que el Profeta (B y P) lo devolvería a Quraysh; así que huyó hasta que llegó a la costa del mar.
Tiempo después, Abû Yandal logra escapar de Quraysh y se une a Abû Basír.
Y sucedió que todo hombre musulmán que huía de Quraysh se unía a Abû Basír, hasta que formaron un contingente. ¡Por Dios! Cuando oían de una caravana de Quraysh que iba hacia Al-Shâm la atacaban, mataban a la gente y tomaban sus pertenencias. Quraysh mandó decir al Mensajero de Allah ﷺ, apelando a Dios y la relación familiar, que mande llamar a Abû Basír y que todo aquél que llegue a Medina se quedará allí en seguridad.
Así que el Mensajero de Allah ﷺ mandó llamar a la gente de Abû Basír. Entonces Dios hizo descender: Él es quien, en el valle de Makka, retiró de vosotros sus manos y de ellos vuestras manos (evitó que combatáis), luego de haberos dado la victoria sobre ellos, Dios ve bien lo que hacéis.
Son ellos los que os apartaron de la Mezquita Sagrada…cuando los incrédulos, dejándose llevar por su fanatismo, el fanatismo propio de la Ignorancia… (48:24-26) y su fanatismo era tal que se negaron a reconocer que Muhammad era Profeta de Dios, se negaron a escribir:
‘Dios, el Clemente, el Misericordioso’ e impidieron a los musulmanes visitar la Casa Sagrada.”