«Por la noche (en sueños) vinieron a mí dos visitantes y me llevaron a una ciudad construida con ladrillos de oro y ladrillos de plata.
Allí encontramos gente cuya mitad tenía la mejor apariencia que se haya visto y su otra mitad tenía la más fea apariencia que se haya visto. Los dos visitantes les dijeron:
‘Id y sumergíos en ese río’. Se sumergieron en el río y retornaron a nosotros; la parte fea había desaparecido y tenían la más hermosa apariencia. (Los dos visitantes) me dijeron:
‘Este es el jardín de ‘Adn (el Edén) y aquella será tu morada. La gente que tenía una mitad bella y una mitad fea son los que mezclaron buenas obras con otras malas y fueron perdonados por Dios’»’.
(En el sueño) había un hombre sentado y otro de pie con un gancho de metal en su mano el cual lo insertaba en la mejilla de su boca para después rasgar (su rostro) hacia atrás de su cabeza, luego hacía lo mismo con la otra mejilla. Después de esto su rostro fue restaurado y la misma cosa paso de nuevo.’»
Yo dije: «¿Qué es esto? Ellos dijeron: ‘Continúa’. Continuamos hasta que encontramos un hombre echado sobre su espalda, con otro hombre parado a la altura de su cabeza sosteniendo una roca o una piedra con la cual aplastaba su cabeza. Después de que lo golpeaba, la piedra rodaba alejándose y éste corría tras ella. Para cuando él la traía de vuelta, la cabeza del castigado había vuelto a la normalidad y el hombre lo volvía a golpear.»
Yo dije: «¿Qué es esto? Ellos dijeron: ‘Continúa’. Continuamos caminando hasta que llegamos a un agujero parecido a un Tannûr (un tipo de horno), que era angosto en su parte superior y
amplio en su base (inferior), debajo del cual se encendía un fuego. Cuando el Tannûr se acercaba al fuego lo que estaba dentro de él subía hasta que casi se rebalsaba y cuando se extinguía volvía a su interior. En su interior habían hombres y mujeres desnudos.»
Yo dije: «¿Qué es esto? Ellos dijeron: ‘Continúa’ Continuamos hasta que llegamos a un río de sangre, en el cual se encontraba un hombre de pie y en la otra orilla del río había un hombre
junto a una pila de piedras. El hombre en el río empezó a caminar hacia la orilla intentando salir.
Cuando estaba por salir el hombre de las piedras le lanzo una en su boca haciéndolo retroceder hasta su posición original. Y cada vez que éste intentaba salir recibía una piedra que lo hacia volverse.»
Yo dije: «¿Qué es esto? Ellos dijeron: ‘Continúa’ Continuamos hasta que llegamos a un verde jardín, en el cual había un gran árbol y a sus pies se encontraba un anciano y un grupo de niños.
Frente al árbol había un hombre encendiendo un fuego. Me llevaron hacia la parte superior del árbol y en él había una casa y nunca vi casa más bella que ésta en ella había ancianos, gente
joven, mujeres y niños. Entonces ellos me llevaron fuera de la casa y ascendimos más aun en el árbol hacia otra casa que era más bella todavía que la anterior en la cual había ancianos y
jóvenes.»
Yo dije: «Me habéis llevado de lugar en lugar; informadme acerca de las cosas que he visto».
Ellos dijeron: ‘Sí, (lo haremos). Aquel que viste sus mejillas siendo rasgadas era un mentiroso que solía decir mentiras que se difundían extensamente. Lo que viste le será hecho hasta el Día
de Resurrección. Aquel cuya cabeza viste siendo aplastada era un hombre a quien Allâh le enseñó el Corán pero él lo ignoraba de noche y no actuaba acorde a él durante el día. Lo que viste le será hecho hasta el Día de Resurrección. Aquellos que viste en el agujero son los
fornicadores (aquellos que cometen Zinâ) y el que viste en el río es alguien que practicaba Ribâ.
El anciano que se encontraba a los pies del árbol es Ibrahím (el Profeta Abraham) y los niños a su alrededor son los hijos de la humanidad (quiénes murieron en su infancia). El que encendía el fuego era Málik, el Guardián del Infierno. La primera casa en que entrasteis es el hogar de los creyentes en general y ésta (la segunda) es la casa de los mártires. ‘Yo soy Yibríl (Gabriel), y éste es Míkaíl (Miguel). ¡Levanta tu cabeza!’ Levanté mi cabeza y vi sobre mí algo parecido a una nube. Ellos dijeron: ‘Ésta es tu casa’. Dije: ‘Dejadme entrar en ella’. Dijeron: ‘Aún no has completado tu vida en la Tierra. Cuando lo hayas hecho, vendrás a tu casa.’»